domingo, 4 de enero de 2015

ALTAR DE MUERTOS EN LA GLORIETA CHAPALITA

Este año el altar fué dedicado al Ing. Tomás Limón
“Don Tomás” le decían muchas personas, aunque él siempre pidió que le llamaran Tomás. Nació en los Altos de Jalisco –cuna de hombres católicos, sencillos y directos- y llegó a Guadalajara, como muchas familias alteñas, buscando un porvenir.
Pasó la guerra Cristera, terminó la primaria y regresó a Yahualica, su pueblo natal. Sn embargo la ciudad lo había cautivado, y como bien dijo su padre “ranchero que pisa banqueta, nunca arrienda”, por lo que en 1936, a sus 18 años, regresó para convertirse –como otros grandes hombres de esta ciudad- en un tapatío de adopción.
Con sus estudios de ingeniería química, la salud física y mental de un amante del deporte, y la visión del que se detiene a observar, se dedicó a la producción de aceite comestible dando empleo y prestaciones dignas a muchos trabajadores. Posteriormente la actividad de Tomás Limón sobrepasó el ámbito aceitero –cuanto tuvo la claridad de lo importante que era hacer alianzas para que las industrias estatales y federales lograran un impulso definitivo-, coordinando durante varios años un programa de siembra de oleaginosas en Jalisco.
Como miembro del Centro Empresarial de Jalisco encabezó la Comisión de Relaciones Laborales y Seguridad Social, siendo su labor –como mediador entre empresarios y sindicatos- pieza fundamental para la armonía productiva y fomento empresarial.
Una de sus aportaciones más relevantes en el estado fue sin duda la integración de lo que hoy es el Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco.
Dos de sus preocupaciones, no sólo como empresario sino como un ciudadano que amó su ciudad, fueron el uso adecuado de insumos tan esenciales como son el agua y la electricidad, lo que lo llevó a formar el Consejo Consultivo de la Comisión Nacional del Agua en el Estado, y a dirigir el FIDE (Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica).
Tomás Limón Gutiérrez –para quien Chapalita fue su gran casa que amó y habitó cooperando siempre en sus mejoras-, hombre extraordinario de los Altos que bajó al valle de Atemajac, siempre cerca de Dios y con la visión de industrial, a cumplir su misión de servir, un buen hombre.
Denise Montiel

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